Teporocho

Teporocho, un indigente alcoholizado, sorteaba los coches para llegar a la otra acera, justo donde Rosa y yo íbamos a cruzar, a la espera de que dejaran de pasar autos. Tenía la cara golpeada, un ojo hinchado, como un huevo, una cicatriz reciente. Llevaba mucha más ropa de la que uno puede aguantar en un día caluroso. Probablemente mucho más joven que nosotras. Sufrí por el golpe que podía darle el coche. Cruzó y pasó junto a nosotras. Salíamos del Palacio de Hierro, un “corteinglés”, glamour, dulces, exquisiteces, moda, tecnología, brillo y más brillo, anticipándose con adornos a la Navidad, todo lo que deseas y lo que aún no sabes que deseas. Cruzó y pasó junto a nosotras, mirándonos, ¿nos vio? No hizo falta fotografiarlo, se quedó en mi memoria. Teporocho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Para que yo sepa que al otro lado hay alguien