El tiempo debe detenerse

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Esta semana ha sido la reunión mensual de la Tertulia 90 lagartos, que se coloca en la primera fila de lo que sucedió en la ajetreada semana: el lunes: cena con los Aguayos de paso por Madrid o recuperar una amistad después de meses de opositar; jueves: reunión de la comunidad de vecinos o "ratas en las pocerías"; sábado: estudiar con Elena; domingo: instalar Imagenio. Todo lo que no destaca forma parte de lo rutinario: trabajo, siesta, oposición y yoga, o quizás de lo que se diluyó totalmente porque no lo registré.
Hablo esta semana de "El tiempo debe detenerse" de Huxley, pero ha estado presente cada día de diario en el autobús, media hora de ida y media de vuelta, durante más de un mes. Lo propuse para la tertulia por razones que intentaré exponer.
Aunque me gusta tomar la palabra al final de la tertulia, comencé porque sabía que varios de los tertulianos no lo habían acabado, o empezado, o lo habían leído atragantándose. Así que comencé haciendo un esquema que pretende recoger la completa estructura de la historia. Los personajes masculinos que rodean al joven protagonista Sebastian Barnack representan los caminos que pueden tomarse en la vida: el placer del cuerpo, el idealismo mundano y el espiritual. Los personajes femeninos: el sexo, la maternidad. Se trata de una novela de aprendizaje, que cierra con un capítulo XXX Epílogo en el que recoge toda la filosofía que Huxley, que vive las dos  grandes guerras del siglo XX, nos quiere transmitir. Sé que puedo abrir el libro por cualquier página y disfrutar de nuevo de su brillante prosa, de su sabiduría. Elijo el inicio del capítulo XIII, porque me encanta el atrevimiento de dar vida a un personaje que tardas un rato en descubrir que está muerto:



(169) Ya no había dolor, ya no había necesidad de dar boqueadas en busca de aliento. El piso de baldosas del lavabo había dejado de ser frío y duro.
Todos los ruidos habían desaparecido y las sombras eran impenetrables. Pero, en el vacío y en el silencio, había todavía una especie de conocimiento, una leve conciencia.


Y elijo el párrafo del epílogo que da título al libro: 
(365) Pero la síntesis de Hotspur tiene una cláusula final: el tiempo debe detenerse. Y no solamente debe, como un imperativo ético y una esperanza escatológica, sino que también se detiene, en el indicativo, como experiencia en bruto. Sólo teniendo en cuenta el hecho de la eternidad podemos liberar el pensamiento de la esclavitud de la vida. Y sólo dedicando deliberadamente nuestra atención y nuestro principal cuidado a la eternidad podemos impedir que el tiempo convierta nuestras vidas en una locura sin Norte o diabólica El divino Fundamento es una realidad sin tiempo. Busquémoslo ante todo, y todo lo demás -todo, desde una interpretación adecuada de la vida hasta el vernos libres de destruirnos obligatoriamente a nosotros mismos- se nos dará de añadidura. O transponiendo el tema de la clave evangélica a la shakespeariana, se puede decir: "Cesa de ser ignorante de lo que estás más seguro, de tu esencia cristalina, y cesarás de ser un mono furioso, cuyas fantásticas tretas ante los altos cielos hacen a los ángeles llorar".



Al acabar de hablar me di cuenta que había olvidado totalmente poner la grabadora del móvil. Así que en ese momento busqué el icono y pulsé el botón rojo.

Como anécdota contar que no sabía de quién era la firma de la dedicatoria, sí estaba segura de que se trataba de un regalo de alguno de mis hermanos, de mi anterior cumpleaños. Pero, ¿cuál de ellos? Aguanté la curiosidad todo el tiempo que duró la lectura, pensando que quizá en el libro encontraría la respuesta pero finalmente pregunté, envié la fotografía al grupo familiar de WhatsApp la gran revolución de la comunicación del siglo XXI y en un instante obtuve la respuesta.

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